martes, 24 de octubre de 2023

«A cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus capacidades»

El problema de la total falta de previsión, hiperliderazgo y de miedo a la autocrítica es un problema de organización política.

Poco importa si las decisiones nefastas fueran tomadas directamente por el responsable de la Organización, o por varios de sus subordinados, lo que importa es que él sea el último responsable. Y que debe admitir, no solamente los enormes errores cometidos en el desarrollo de su responsabilidad personal y/o política. Los políticos demuestran su sentido de responsabilidad política, dimitiendo. El único que conozco que lo hizo fue Albert Rivera.

La falta de dimisión a partir de la presentación de una fractura organizativa tendrá, sin ninguna duda, un importante desgaste político para la propia Organización, que resultará en el mejor de los casos, una considerable merma de la  o en el peor de los casos, una quiebra total.

Este tipo de desastres organizativos y funcionales, ejercen en el resto una enorme desmotivación.

Traducción: Se acaba siendo un desastre organizativo.

En muchas Organizaciones de reciente creación, es necesario mencionar que muchos de los problemas que se presentan en la operación cotidiana se deben a deficiencias o ausencia de programas de mantenimiento preventivo, de políticas concretas comunitarias, de falta de organización y funcionamiento estructural, de carencia de ideas, de demasía en la improvisación.

La falta de planificación para ampliaciones o modificaciones provoca un crecimiento desordenado que ocasiona deficiencias generales de funcionamiento, interrupción de servicios y malestar para los asociados. Circunstancia esta que provoca el colapso funcional, y que hay que renovar para poder tener capacidad de solventar las deficiencias que se presenten en el menor plazo posible, ya que lo contrario acaba siempre en una profunda desafección y desaparición de proyectos que en su día representaban ilusión y esperanza para muchos. La falta de credibilidad, lleva justamente a lo contrario, a la incredulidad, y en muchos casos al sentimiento de enemistad hacia el propio proyecto. 

«A cada cual según sus necesidades, de cada cual según sus capacidades»

Me gustaría conjugar y fusionar a este supuesto, un añadido   como complemento intrínseco de la «Libertad» está la del «DEBER», o sea, de las obligaciones que nos imponen las leyes morales o divinas. El concepto del «DEBER» presupone, ante todo, que estemos en la libertad de escoger. Que gocemos de «libre albedrío». Desgraciadamente, en nuestros días, las nuevas generaciones han sido educadas según las teorías de Freud, que hacen que nos consideremos y actuemos como meros autómatas irresponsables, obedeciendo a determinados estímulos, y a líderes absolutos, eliminando cualquier capacidad de raciocinio. Con tal clase de educación se ha perdido en nosotros el sentido del deber. Por ello en las organizaciones se debe respetar la libertad y asumir el deber, sin estar únicamente sometidos a la automatía del poder.

Otra consecuencia y quizás la más lamentable, es que tendemos a mirar al exterior para la solución de todos nuestros males. A echar la culpa de nuestra ineptitud, a las actuaciones de otras organizaciones. El antagonismo de que son objeto los norteamericanos,  parte de que los demás países se han acostumbrado a depender de ellos  y a esperar de ellos la solución de todos sus problemas, sin darse cuenta que deben valerse por sí mismos. 

Se ha perdido también ese espíritu aventurero que nos hacía soñar con nuevos horizontes, con nuevos continentes que explorar, que conquistar. Momento que por otra parte, puede ser el actual.

Otra consecuencia de esas teorías nocivas, es que el hombre ya no se considere responsable y que no busque en si mismo la causa de sus propios triunfos o fracasos. Shakespeare en la tragedia de «Julio César», hace decir a Casio: «The fault, dear Brutus, lies not in our stars, but in ourselves that we are underlings». («La culpa, querido Bruto, de nuestra Inferioridad, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos»). Seguro que a alguno de los que me están leyendo les suene.

En una de las páginas de la obra magna de la literatura castellana, Cervantes, por boca de don Quijote, dice: «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos: con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida».

En vez de formar políticos, deberíamos formar líderes con ese sentido del "DEBER" por encima de los egos. A partir de ahí, empezaremos a creer de nuevo en esas conquistas de nuevos mundos. 

Por ello, simplemente os reitero como siempre una saludo para todos aquellos que me leen, y espero que algún mensaje os llegue “desde el cariño, como siempre”.

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